domingo, 4 de noviembre de 2012

Mesa para...



La mesa estaba puesta para tres. Tres platos, tres vasos, tres cubiertos. Éramos dos... y un gran vacío en el alma. Ninguno podíamos articular palabra y el silencio era un recordatorio constante de nuestra soledad. Ella empezó a recoger los utensilios que sobraban en la mesa. Se llevó el cuchillo sin punta, el plato y el vaso de Mickey Mouse. Apenas pudimos probar bocado de la comida que habíamos estado preparando durante dos horas, cuidando cada detalle y prestando especial atención a la presentación.

Media hora antes todo era felicidad en nuestra casa. Hacíamos bromas constantemente para soltar la tensión acumulada y nos reíamos como niños pequeños, incluso acabé con parte de la salsa en la cara y en el delantal. Nos habíamos vestido de la mejor forma posible para la ocasión: informales pero elegantes. La casa estaba reluciente y su habitación estaba recogida y con un suave olor a lavanda. Todo era perfecto. Hasta que sonó el teléfono.

-No te preocupes, lo seguiremos intentando, la mujer de la agencia de adopción me ha dicho que nunca les había pasado esto, que era la primera vez que todo fallaba en el último momento –dije esperanzador-. Sé que lo hemos intentado ya muchas veces pero estoy seguro que a la próxima lo conseguiremos.

Me acerqué a ella y la cogí de la mano, pero ella la apartó y se fue a la habitación sin pronunciar palabra. A partir de entonces siempre puse la mesa con un plato, un vaso, un cubierto…


Frase inicial: @consuelosempere



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